¡HOLA A TODOS!
Hoy me gustaría comentaros algo sobre el Trastorno de Espectro Autista, pero desde mi experiencia con un alumno del aula donde realizo las prácticas; vamos a llamarle "Hache".
Todos, o casi todos, sabemos algo sobre el autismo. Pero me gustaría recordarlo a grandes rasgos y a partir de ahí comenzar a contaros mi experiencia día a día con Hache.
Breve resumen sobre el TEA:
El autismo es un trastorno generalizado del
desarrollo (TGD) de origen biológico y un importante componente genético que afecta
cualitativamente a diversas funciones psicológicas del individuo:
interacción social, comunicación verbal y no verbal, simbolización e
imaginación, modos de comportamiento rígidos, inflexibles y estereotipados y
unos intereses restringidos y obsesivos.
En realidad, es más correcto denominar a este síndrome como trastorno
de espectro autista (TEA), puesto que cada persona puede situarse en un
punto concreto de un amplio espectro, lo que conlleva a una gran diversidad
en cuanto a capacidades y competencias. Por ejemplo, algunos tipos de TEA
implican un cierto grado de deficiencia intelectual mientras que, por el
contrario, es habitual que los afectados por el tipo de autismo conocido como
Síndrome de Asperger tengan un coeficiente intelectual superior a la media.
Ahora que ya hemos refrescado lo que es el TEA, recordemos lo siguiente:
NECESIDADES EDUCATIVAS EN ALUMNOS CON TEA:
Los expertos consideran que lo más beneficioso para estos
niños, a excepción de los casos más severos, es que realicen su educación
en el aula ordinaria. Para los maestros, tener entre sus alumnos a un chico
con autismo constituye todo un reto personal y profesional, mientras que para
sus compañeros puede suponer una experiencia única de convivencia con una
persona diferente, ejemplo de la diversidad con que se van a encontrar en el
futuro en sus relaciones laborales y sociales.
El alumno con TEA siempre va a presentar, en mayor o menor grado, problemas
en las siguientes áreas:
- Problemas
de interacción social, consistentes en un cierto grado de
aislamiento y falta de contacto social y afectivo con las personas, así
como carencia de empatía e incapacidad para expresar sus propios
sentimientos.
- Alteraciones
de conducta, conductas repetitivas o disruptivas y obsesión por
ciertos temas normalmente de escaso interés para el resto, como series de
números o las posición de estrellas y planetas.
- Alteraciones
cognitivas, que afectan principalmente a aspectos relacionados con la
abstracción, la función simbólica, el lenguaje, la atención y la memoria.
- Déficit
en la comunicación y el lenguaje (verbal o no verbal), que puede
ser inexistente o presentar importantes anomalías en la intencionalidad o
el significado.
- Problemas
motrices, con grandes variaciones entre un caso y otro se observan
problemas de movimiento y coordinación.
Principales estrategias educativas para niños con autismo, Universidad Internacional de Valencia. En: http://www.viu.es/principales-estrategias-educativas-para-ninos-con-autismo/ 23/04/2016
Una vez visto todo esto, voy a empezar a contaros con mucho cariño cómo conocí a Hache y cómo ha ido evolucionando nuestra relación profe-alumno...
Llegué el primer día al centro de prácticas y aquello era un descontrol, prueba de lengua por aquí, prueba de matemáticas por allá; los "¿eres una seño nueva?, ¡que trenza tan bonita!, ¿cómo te llamas?, ¿me ayudas?, ¿quieres que seamos amigas?" y un sinfín de preguntas que si alguna de mis compañeras de clase está leyendo, entenderá.
Entonces fue cuando la tutora me dijo que me pusiese con dos nenes que necesitaban más ayuda, del primero ya os hablaré otro día y el segundo... El segundo era Hache, un alumno con autismo ligero.
Me acerqué y le dediqué mi mejor sonrisa entusiasmada por conocerle, y después de decirle mi nombre y preguntarle el suyo, me miró con una mirada con la que hubiese caído fulminada si las miradas matasen.
Sonreí. Me encantan los retos.
Me gusta mucho que los niños sean cariñosos y que me demuestren lo que significo para ellos. Pero me gusta mucho más lo contrario. Supuso un reto para mí ese primer contacto con Hache y me propuse una misión: Llegar a su corazón.
El segundo día la maestra de los alumnos me indicó que quería que estuviese todos los días con él para ayudarle a trabajar, lo que haría mi misión mucho más fácil.
Hache no quería trabajar conmigo, repetía sus "déjame" o "déjame en paz" constantemente. Pero yo no me rendía. Le explicaba que sólo quería ayudarle y me limitaba a explicarle lo que tenía que hacer en cada ejercicio.
Y pasaron los meses...
La verdad es que los primeros meses poco cambió con mi relación con Hache, hasta que a otro alumno de clase le hicieron también adaptación curricular y tuve que ayudarle también. Fue entonces cuando Hache me empezaba a manifestar que necesitaba mi ayuda, pero de formas muy sutiles...
Después de ofrecerle mi ayuda a Hache y de decirme que no la necesitaba y que sabía hacerlo él solito me disponía a ayudar al otro alumno. Era entonces cuando Hache venía y después de darme con su dedo índice en el hombro me decía con voz de enfadado: No lo entiendo. Y miraba a otro lado como si con él no fuese la cosa. Yo le decía que tenía que terminar el ejercicio con su compañero y que después, podría ir con él.
Al principio no entendía que él tuviese que esperar para que yo pudiese ir a ayudarle, y cuando iba no quería trabajar. Pero poco a poco comprendió que era yo la que le elegía a él primero para trabajar (he de decir que el otro alumno no requiere de tanta ayuda, no me juzguéis) y que sólo quería ayudarle.
Yo siempre intentaba hablar de algo con Hache, de lo que sea, de algo que le pudiese interesar. Al principio hablaba sola, después me contestaba algo que no tenía nada que ver con lo que le estaba contando o preguntando (y yo tan contenta) y finalmente, ahora, hablamos. Hablamos mucho. Hache me cuenta lo que hace cada día al salir del colegio y sobre zombies y monstruos lo sé todo también gracias a él.
Mi relación con Hache ha dado un giro de trescientos sesenta grados desde su inicio hasta ahora. Podría decir que Hache me necesita en el aula, y yo... Yo también le necesito a él, no me imagino un día sin sus anécdotas o sus me duele la mano y no puedo escribir porque claro, me estoy haciendo mayor, es la edad...
Ahora compartimos mucho tiempo juntos. Por las mañanas mi mayor regalo es su sonrisa al verme llegar, después trabajamos matemáticas, lengua o lo que indique el horario. Entre ejercicio y ejercicio le dejo contarme algo, se agobia si trabaja muchos ejercicios seguidos.
Últimamente, desde hace un mes aproximadamente me cuenta cada día los días que quedan para celebrar su cumpleaños con el resto de niños de la clase (tendríais que haber visto su emoción y entusiasmo cuando le ayudé a repartir las invitaciones). Y cuando estoy trabajando o ayudando a cualquier otro alumno y él ya ha terminado sus tareas viene y me coge de la mano, o simplemente permanece de pie a mi lado. Cuando termino con sus compañeros es cuando le veo ahí a mi lado y le hago cosquillas, y él se ríe, y yo me río, y todos los días reímos mucho juntos.
Después de todo este tiempo creo que puedo decir: MISIÓN CUMPLIDA.
He llegado a su corazón.
Y él al mío. Ya tiene una gran parte de éste ganada.
Lo que vengo a deciros desde mi experiencia es que por mucho que penséis que un niño está muy lejos de vosotros, eso nunca será cierto. Aunque ese niño sea diferente al resto, aunque ese niño presente ciertas Necesidades Específicas y penséis que debido a eso nunca podréis llegar a él, aunque penséis que no le caéis bien, que os evita...
Intentadlo. Hacedlo una y otra vez. Llegad a su corazón.
En particular, con los alumnos con autismo, se necesita paciencia, cariño, comprensión y amor, mucho amor. Que se sientan queridos por vosotros y que sepan que forman una pieza fundamental en el puzzle de la clase, y que son importantes, MUY IMPORTANTES.
Gracias Hache, por hacerme crecer como persona y futura docente.
Continuará...
Nuria Alcaide Sánchez.